Nobu Next Door





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La noche que cené con Robert de Niro

Hace unos cuantos años, mis empleadores de entonces tuvieron a bien mandarme a Nueva York, a la gala de entrega de los Emmy Internacionales. Igual que los Globos de Oro, estos premios se reparten a los postres de una cena, probablemente porque el achispamiento hace más llevadero tener que tragarse los clips de la “emocionante” tv movie bielorrusa y del “inspirador” reality show húngaro de turno. Para que el evento no sea directamente insoportable, además de un presentador divertido (Roger Bart ese año estuvo sembrao), premian a alguna estrellona llamativa y así los presentes pueden decir eso de “el otro día estuve con fulano de tal en una gala” (yo me tropecé con Stephen Fry de camino al baño y me hizo una ilusión bárbara).


Cuando todos los galardones estuvieron ya repartidos, nos despidieron con unos champanes y unos dulces en el hall de Hilton contiguo a la sala de ceremonias. La ejecutiva que amablemente me acompañó durante toda la velada insistía en que me hiciera una foto con Robert de Niro, que charlaba en ese momento con el pesado de Al Gore junto a la fuente de chocolate. Yo, que soy una ridícula, le decía que no, que no hacía esas cosas. En mi cabeza me imaginaba como una versión de Mocito Feliz con tacones y carmín, “Hola Robert, ¿te echas una foto conmigo? Sí, sí, Al, tú también, ponte” La chica me soltó las mismas palabras que empleó mi madre cuando a los 12 le dije que no quería seguir yendo a clases de piano: “ya te arrepentirás”. Y las dos tenían razón. Qué bien hubiera quedado esta entrada, súper marciana, ilustrada con una foto de Al Gore, Robert de Niro, una fuente de chocolate y yo. 


 
De Niro estuvo presente en toda aquella visita a Nueva York. Al día siguiente cené con unos amigos (míos, no de De Niro) en su restaurante de Tribeca, Nobu Next Door. El pescado era extraordinario pero la estrella de la noche para mí fue el Rock Shrimp Tempura with Creamy Spycy Sauce (tempura de gambas con salsa cremosa picante), un plato delicioso y fuertemente adictivo. Está tan bueno que, aunque las normas básicas de educación y la amenaza de la báscula te griten que pares, tú no puedes evitar seguir pinchando del plato. En ese momento sí que me hubiera encantado tener a Robert De Niro en frente, y no me hubiera importado abalanzarme sobre él para obligarle a que me diera la receta. 



  
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy divertido.
Mi japo favorito: Donzoko / c) Echegaray 3, Madrid

kubelick dijo...

Apuntado. ¡Muchas gracias!